Últimamente, allá por donde pasamos, todo el mundo nos
comenta que este tiempo no es normal, ya sea por el sofocante calor (sur de
Francia), las lluvias torrenciales (Suiza) o el frío veraniego (Alemania). Nuestros
días son dominados por el verano más lluvioso de los últimos tiempos, quizá sea
cosa del cambio climático. Durante las fases de optimismo nos sentimos
afortunados de vivir este repentino monzón europeo, que no permite a la
naturaleza circundante amarillear como quisiera. El espectáculo de verdes
colinas se sucede por cualquier lugar de Centroeuropa, incluso ahora que ya es
tiempo de recoger el trigo. Sin embargo, el optimismo tiene su límite: el
granizo, los sacos de dormir empapados, los vendavales, las babosas
espachurradas dentro de la zapatilla y los ríos desbordados no son tan
divertidos cuando se sufren en directo.